Savoir Vivre de un directivo

11/25/2019

Savoir Vivre en el trabajo de un directivo es un tema muy amplio y se han escrito muchos libros al respecto. En este artículo, intentaremos presentar algunas reglas que creemos que ayudarán tanto a los futuros como a los actuales directivos, líderes, ejecutivos y demás.

Empieza por ti mismo

Colaborar con otro ser humano es sin duda uno de los mayores retos. Cada uno de nosotros tiene opiniones y pensamientos diferentes sobre un tema determinado, fruto de nuestro bagaje de experiencias, así como de nuestras características personales únicas. A veces, las relaciones interpersonales pueden resultar difíciles y, para aprovechar al máximo nuestros recursos durante estas exigentes tareas, proponemos adherirnos al principio "A cuerpo sano, espíritu sano". Cuánto más fácil nos resulta enfrentarnos a temas difíciles cuando tenemos sueño, estamos llenos de comida, llenos de energía... en general, cuando nuestro bienestar es bueno. Para disfrutar de un buen estado de ánimo hay varias maneras, en las que no entraremos aquí porque no es el tema, pero todo se reduce a mantener una higiene mental además de física.

Primero, exíjase... a sí mismo

Veamos varios modelos de crianza, porque el trabajo de un directivo se basa en gran medida en transmitir conocimientos o delegar tareas y asegurarse de que se llevan a cabo correctamente, es decir, una especie de "crianza". Aprender con el ejemplo es sin duda el mejor modelo de educación. También es, con diferencia, la opción más difícil, ya que es complicado dar ejemplo constantemente... pero debemos dedicar tiempo a hacerlo, y también a nuestros "pupilos". Como se suele decir "El ejemplo viene de arriba...". Demuestra esmero, compromiso con un proyecto y ética de trabajo y seguro que tus compañeros te seguirán.

Humildad

Las espigas maduras, llenas de grano, se inclinan humildemente hacia el suelo, mientras que las jóvenes, huecas por dentro y verdes, se yerguen orgullosas hacia arriba. Esta pequeña parábola ilustra claramente cómo es la experiencia. Desgraciadamente, a menudo no va acompañada de la humildad que debería. Es una "práctica" común entre los malos directivos intentar imponer disciplina o motivación en el equipo a base de gritos (y esto suele tener el efecto contrario). Muy a menudo, a las personas se les "dicen" las emociones, no necesariamente dicen ellas mismas lo que tendría sentido específicamente en una situación determinada. Trabajar con personas y dirigir un equipo requiere muy a menudo, si no siempre, un enfoque psicológico y diplomacia. Recuerde que, como decía el clásico, "la diplomacia consiste en pensar dos veces antes de decir algo".

Empatía

Todo lo que he descrito anteriormente es mucho más fácil de conseguir cuando uno es capaz de ponerse en el lugar de la otra persona, es decir, simplemente tener empatía. ¿Es esto algo que se puede aprender o lo traemos de casa? La respuesta a esta pregunta no es sencilla. Ciertamente, la empatía en los seres humanos es el resultado de experiencias vitales entrelazadas y de la infancia. Independientemente de lo que hayamos vivido, siempre nos influye el aquí y ahora, es decir, la forma en que vemos una situación. Si alguien se ha comportado de forma inapropiada con nosotros, podemos guardar rencor a esa persona, lo que en realidad se refleja mal en nosotros mismos y puede (y suele) afectar a las relaciones con otros miembros del equipo, pero también podemos ver la situación como una gran oportunidad para comparar nuestros valores con los de esa persona y decidir de qué tipo de personas no queremos rodearnos.

Eres un líder... actúa como tal.

Ya tienes planeado el reparto de tareas en el equipo. Seguro que los empleados acuden a ti para preguntarte sobre muchas cuestiones a medida que se van realizando. Tu papel es ofrecerles siempre consejo en la medida de tus posibilidades y dirigir sus pasos. Esta tarea requiere mucha humildad, pero es absolutamente esencial para dirigir eficazmente a tu equipo. Eres la persona responsable de un proyecto y su éxito depende de la cooperación de todos los miembros del equipo: siempre vale la pena recordarlo.